Las crisis funcionan como las ondas que se expanden por todo el tejido productivo. En nuestro caso, desgraciadamente, no es sólo una onda, sino que cada oleada pandémica funciona como una nueva onda sobre el tejido productivo que ya había sido afectado y golpeado, y todavía es posible que se produzca una tercera, que aunque pueda perder intensidad por la posible aparición de una vacuna, golpeará sobre un tejido productivo ya muy trastocado. Estos golpes económicos, crisis súbitas, pandemias vinculadas a las oleadas sanitarias, inciden primero en la vanguardia de los negocios, que son los más débiles, o sea, micropymes, autónomos y pymes, luego se extienden a los proveedores de éstas; después a las empresas de tamaño medio y grande, y al final alcanzan a muchas grandes multinacionales, siendo todas ellas clientes de las entidades financieras y aseguradoras, en particular, en el crédito comercial asegurado.
Como consecuencia, las entidades financieras verán incrementarse la morosidad: se triplicará o
cuadriplicará. Ahora nos encontramos con una media de entre un 3,5%-4,5% de morosidad, en forma de shock, en este caso en el corto plazo, por ser ésta una crisis pandémica sanitaria, crisis súbita económica, que ha parado la actividad durante meses, aunque se haya reanimado parcialmente en el tercer trimestre de 2020, con un rebote histórico del PIB del 16,7%, aunque en tasa interanual la contracción sea del 8,7%.
Quiero hacer una reflexión sobre la idea de lo que supondría llegar a una morosidad del 14%, tal como ocurrió con el pico al que se llegó durante la Gran Recesión de 2008-2013, que podría ser superada en esta ocasión por la mala gestión, que estimo será la que afecte a los créditos de las entidades financieras. Pongo como ejemplo el caso de las fusionadas CaixaBank y Bankia. Con un balance superior al billón de euros, la cuenta de morosidad en los próximos ejercicios será en torno a los 140.000 millones de euros, quizás más o menos, a repartir en cinco años, lo que generaría una presión sobre el balance, la cuenta de resultados, los recursos propios, etc. La misma similitud con la fallida fusión entre BBVA-Banco Sabadell; y mucho mayor pero no en intensidad, la de la fusión Unicaja-Liberbank. Por eso, las prisas del BCE, del Gobierno y de los operadores en que en España se fusionen, fortalezcan los balances de las entidades financieras, y la prórroga aprobada para presentar concursos hasta el 14 de
marzo, dando tiempo a que dichas fusiones se aceleren y se produzcan del todo jurídicamente, aplazándose los acuerdos de refinanciación y convenios. Provisiones por insolvencia. De esta manera, se podrán ir dotando las provisiones bancarias por insolvencia en varios años, que en parte se cubrirán con los avales que alcanzan hasta el 70% u 80%, si esa morosidad se da en el 14% de los créditos ICO concedidos. Así se lo habrán ahorrado, porque pagará el ICO al ejecutar el aval, de unos 10.000 millones de euros, ya que de forma indirecta, lo pondrá el Estado en las entidades financieras, pero estoy seguro que como las entidades financieras han colocado
mucho crédito ya dudoso en los ICO, pues ahí la morosidad será de más del 20%, así que ya estaremos hablando de 13.000-15.000 millones de euros que le caerían al ICO-Estado, lo que ayudaría a que disminuya, aunque poco, la presión sobre las entidades financieras.
Por tanto, un efecto onda expansiva sanitaria y económica, pero en este caso, por fijar un elemento como si fuese el agua, y estuviera en un estanque, cuando la onda llega al borde, rebota, y vuelve de nuevo hacia el centro, y produce otra ola pandémica. Efectos de la morosidad por la pandemia.