Fuga en el derecho del trabajo

El concepto de que un trabajador comience en una empresa y se case con ella, ya no es que no suceda, sino que es imposible. Incluso la empresa ve esto como una rigidez excesiva. Un país sin estas restricciones tan rígidas es más homogéneo y no implica que sus trabajadores vivan en el centro de las ciudades para tener que desplazarse cada día a su puesto de trabajo.

 

Hoy en día hay una necesidad de adaptación. Se deben de fijar unos mercados laborales con unos mínimos de derechos y obligaciones donde se pueda encontrar una capacidad de  flexibilidad y una adaptación de las necesidades que en cada momento tenemos. Siempre dentro de unos marcos, sin retroceder en los conceptos de derechos personales que tienen los profesionales y, no desproteger a ciertos sectores que por su falta de regulación, se podrían ignorar.

 

El cambio tecnológico y el cambio de actitudes sociales está cambiando, pero esto no se puede evitar. Cuando rigidizamos un mercado de trabajo como el Español, nos encontramos con la tasa de desempleo que nos encontramos. Que parece que se normaliza pero en realidad es preocupante. Esto excluyendo la pandemia, ya que previo a ésta, ya era del 13% en Enero del 2020. Hay que encontrar un equilibrio en el cual, garantizamos una serie de derechos a las personas más vulnerables de nuestra sociedad y, a la vez, permitir a las empresas que sean competitivas. En Europa no hay Google, ni Facebook, ni avances en Inteligencia Artificial. Parece que la Europa actual no está resultando desmarcarse en un ámbito en concreto y en la carrera por las nuevas tecnologías. Si tuviésemos de verdad un mercado digital, el oxígeno que necesitan nuestros investigadores y startups para aspirar a crecer sin límites, sería mucho mayor y está en nuestra mano hacerlo.

 

Por otro lado, Abengoa. Pedir un rescate al Estado para salvar Abengoa? Los accionistas han perdido todo el valor. Se creen propietarios de algo que ya, en realidad, no lo son. La deuda es tan grande que la única solución es que, los acreedores financieros, la banca, considere que puede salvar a la empresa (cabecera, no filiales). No debe ser intervenida, sino sustituir la administración. Abengoa está en concurso pero anteriormente ya se encontró acordando una refinanciación. Por lo tanto, ni la ayuda del Estado ni el dinero de los contribuyentes, solucionaría el problema que tiene. Otra gestión puede salvar esa parte intangible que hace que la empresa no funcione.