Los dictadores acaban siempre enfermos; se convierten, poco a poco, con el tiempo, en enfermos, neuróticos por la ocupación del poder, obsesionados con mantenerlo, y por tanto, eliminando a los posibles adversarios.
Éstos lo saben, no son tontos, y es frecuente que por donde menos llame la atención, aparezcan.
Les costará mucho, por más que quienes forman parte del sistema en China pretendan dar una imagen de diversidad controlada por el Gran Timonel II; al volver en un siguiente periodo, podría ocurrir, cuando proceda y se den las circunstancias; como con la pandemia, donde le torcieron el brazo, aunque también hay que decir que alcanzando su objetivo de renovar por cinco años más –pues ya purgar no le importaba tanto–, ahora ha decidido liberar de los confinamientos y dejar que mueran 15 ó 20 millones de personas, que lo atribuirán a constipados, gripe, catarros, neumonías, pulmonías o lo que sea, pero realmente serán por Covid. La tasa de mortalidad en Occidente, mucho más preparado en todos los sentidos, fue, dependiendo del país, del 0,7%; que China la duplique sería fácil, y eso significaría 20 millones de personas, o los que sean, poco les importa, lo que supondrá muchos ahorros en pensiones, gastos médicos y otros.
Quiero decir que las transiciones allí no han sido precisamente pacíficas cuando alguien se ha convertido en un gran dictador, cuyo mandato estaba establecido en un máximo de diez años, rompiendo con el método, aunque también arriesgándose a movimientos internos imprevisibles.
Una cosa es manipular los datos para intentar venderlos internamente a la población o a los creyentes occidentales, que cada día lo son menos, algunos aún de forma bastante infantil, pero la manipulación es muy sofisticada, porque el dato es consecuencia en muchas ocasiones de acciones que sí son reales, inversiones, gasto aquí o allá, o la acumulación de cambios metodológicos, u otros, o la mezcla. Pero la realidad de las personas, como pasaba con el virus, siempre está ahí, subyacente, y la insatisfacción puede siempre crecer, retroalimentarse, formar descontento.
El escenario y los mercados exteriores de los países ricos han cambiado para siempre, y su mercado interior no puede sustituirlos del todo, ni siquiera en buena medida, es imposible, y cada año será más difícil, la sustitución por países amigos o nuevos destinos en India, Iberoamérica o África.
El mundo es muy grande, y por mucho que la gente piense, la mayoría sigue siendo pobre y está deseando instalaciones e inversiones de los dos tercios del mundo rico, que además irá recuperando cuota, mientras ellos la pierden.
Mayores desequilibrios Las cosas no cambian en tres años, sino en quinquenios, décadas, no hay porque tener prisa alguna si uno es rico y sigue aumentando su riqueza. Pero si la aumentas a más ritmo que quien no lo es tanto, y pierde lugares que fomenten el crecimiento acelerado de su riqueza, como es su caso, siempre que los pasos sean continuos y en la dirección adecuada, incluso aceptando lógicos errores, retrasos, debates, que los habrá entre democracias sometidas a sus calendarios electorales, sus audiencias internas…
Venezuela puede incomodar mucho a Estados Unidos, pero mientras ellos cada día son más pobres y dependientes de una materia prima que pierde importancia, EEUU es cada día más rico; así que, visto en 5, 10, 15 años, me da que unos se aproximan a la miseria y otros cada vez son más ricos, aumentando la distancia y la irrelevancia del miserable.
No es el caso de China, no va hacia la miseria, ha alcanzado un muy buen nivel de vida, pero su crecimiento hacia la verdadera riqueza de la mayoría, por más que muchos hayan salido de la pobreza y se puedan considerar clase media decente, se ralentiza, y cada día más. Allí muchos lo saben, se acabó la comodidad casi regalada por ayuda de los países ricos con el acceso a sus mercados con métodos poco ortodoxos que todos conocían y toleraban, la seguridad, la evolución acelerada, estar de moda, y sobre todo si no se cumplen las expectativas reales de la mayoría, por más que mejoren poco a poco, no es suficiente; por no decir que habrá momentos en que no se mejorará, y habrá crisis y ralentización de la economía.
Esa frustración tendrá sin duda su reflejo en el régimen, que no es ni mucho tan estable, ni siéndolo mucho, como sus infiltrados consentidos comentan.