La crisis de la economía privada española ya es estructural

La situación actual de la economía privada real en España no coincide con la aparente. Sin duda, hemos mejorado respecto a la de 2020, pero está muy alejada de 2019. Es una situación casi de amenaza estructural retardada estadísticamente, de “patada hacia adelante”. De los más o menos 133.000 millones de euros de PIB que perdimos en 2020 respecto, al caer el PIB real un 10,8%, recuperamos sólo 53.000 millones en 2021, con un crecimiento del PIB real del 4,7%, lejos de las previsiones. España es el país de la UE que más tarde recuperará su PIB, en 2023, con el menor crecimiento de los grandes y el peor del sur con estructuras económicas parejas.

 

El desempleo es altísimo, el peor de todos los países del sur de la zona euro, de la UE, de Europa occidental; la tasa de desempleo general medida por la encuesta de población activa (EPA) es elevadísima, de casi el 15%, muy superior a la de 2019, que era del 13% y casi dobla la de 2008, que era de poco más del 8%, con varias comunidades autónomas con más del 20%. La tasa de paro juvenil es el doble, vergonzante en colectivos más vulnerables, a pesar de la distorsión que supone que no queden registrados los ERTE y autónomos en baja de actividad, más de 200.000 personas en su amplísima mayoría en ERTE por fuerza mayor deriva- dos del Covid.

 

La reforma laboral en trámite rigidiza el mercado de trabajo, dañando las oportunidades de las empresas, en particular de las pymes, ocultan- do estadísticamente la temporalidad y disminuyendo las oportunidades laborales de jóvenes y colectivos vul- nerables.

 

El nivel de destrucción de puestos de trabajo en 2020 del sector priva- do no se ha recuperado, a pesar de que lo haga el nivel general por la contratación pública y de que el declive demográfico disminuye la población activa porque las jubilaciones superan las incorporaciones. Se importa mano de obra, con más de 2,3 millones de desempleados percibiendo prestaciones, y no se cubren bastantes trabajos disponibles.

 

El déficit público está desbocado, rondó el 7,5% del PIB en 2021 por el inmenso incremento de gasto público para sostener la economía y el subyacente puede superar el 6% por cambios estructurales del gasto público, previendo un incremento de gasto público por subidas de los tipos de interés en 2022-2024 sobre una deuda pública muy superior a la de 2019.

 

 

Endeudamiento disparado

 

La prórroga concursal, indebida- mente extendida hasta julio, disimula y minusvalora la inmensa crisis empresarial real privada, que también aplazan los préstamos avalados por ICO y los ERTE por Covid. El nivel de endeudamiento de las empresas privadas se ha incrementado entre otras por la escasez y no ejecución de ayudas directas por la crisis pandémica. El Consejo de Ministros aprobó un muy mejorable proyecto de ley concursal, aún con mejoras,

 

La prórroga concursal disimula y minusvalora la inmensa crisis empresarial real privada que incluye otra “trampa estadística”, ya que casi el 95% de los que con la ley actual son concursos de acreedores no se estimarán estadística- mente en su mayoría, convirtiéndose en procesos simplificados con planes de continuidad, en buena medida externos a los juzgados, para empresas que han denominado micropymes, muchas verdaderas pymes, con menos de 10 trabajado- res y 2 millones de facturación, privando al 90% de ellas del derecho a un proceso concursal real, donde cerrarán sin subsistencia de actividad más del 90%, al transponer la directiva europea de insolvencia.

 

La productividad real y la aparente del trabajo disminuye, influencia- da por las bajas por enfermedad, siendo el absentismo en España de los más altos de la UE, incrementado por el Covid-19, la menor productividad del sector público, que crea buena parte de los nuevos empleos frente al privado, los lamentables fallecimientos, que el teletrabajo forzado en sectores afecta negativa- mente, los y que ERTE y autónomos de baja de actividad todavía son más del 1% de la población trabajadora y otros.

 

La inflación es muy alta, del 6,7%, la más alta de los grandes países de la UE, casi dos puntos por encima de la media europea, aunque la subyacente sea de alrededor del 2%. Las em- presas soportan fuertes subidas del coste de energía, materias primas, costes laborales, impuestos, cuellos de botella de las cadenas de abastecimiento, restricciones y bajas laborales por Covid y una mayor rigidez del mercado laboral, sin haber recuperado la actividad, con fuertes caídas de ingresos y un incremento del endeudamiento, sobre todo las pymes.

 

La economía española no ha recuperado en 2021 el nivel de 2019, que no se alcanzará hasta 2023 o más, es el país de la UE que menos crece y más tarde se recuperará, con mayor déficit público general y estructural, con mayor desempleo, de las mayo- res deudas públicas, con la mayor inflación de los grandes, una de las regulaciones laborales más rígidas, que empeora la nueva reforma, con un incremento de la presión fiscal, como la pandemia la golpeó sin prácticamente ayudas a fondo perdido aumentó el endeudamiento empresarial y su composición sectorial tuvo efectos dramáticos.

España está en una crisis estructural profunda y duradera.