La gran marcha liberal de la gran economía de mercado

Se debate continuamente sobre si será en 2029, 2035, 2040 o 2050 cuando ocurra que el PIB en términos reales de China supere al de EE UU, pero yo sigo manteniendo que no será así, que continuará siendo esta la primera potencia económica. Y, en el caso de que eso ocurriese, posiblemente estaría errado y cada vez más aislado en mi postura; ya que opino que ese sorpasso sería simbólico, producido por la agregación de rentas bajas de 1.340 millones de habitantes, que superaría a la de las rentas altas de un país rico de 330 millones.

 

EE UU es el líder mundial indiscutible, no ya por el tamaño de su PIB, que aun después de su caída del 3,7% en 2020 supera con amplitud el de China, a pesar del añadido artificial de este a su PIB del 10% o más. Su crecimiento es cada día más difícil de sostener, ya que es desigual, forzado, endeudado, con creciente envejecimiento de su población, inversiones ineficientes en empresas públicas, fuertes desequilibrios regionales, y Administraciones que incrementan la sobrecapacidad de sectores de la economía, construyendo infraestructuras ineficientes, y asignando mal el ahorro de sus ciudadanos.

 

Se han producido unos innegables avances en términos de crecimiento económico, infraestructuras, vivienda, ciencia y tecnología, formación y otros muchos campos, y se ha convertido en la gran fábrica del mundo, pero en los últimos años asistimos a un fuerte retroceso en el régimen de partido único, con un dirigente declarado a sí
mismo “perpetuo”.

 

La realidad actual de China con EE UU y sus principales aliados mundiales es de frenemy, amigo y rival sistémico, amenaza estratégica que sustentará la guerra fría económica durante décadas, con áreas de cooperación
(proliferación nuclear, medioambiente, derechos de los trabajadores) y otros aspectos en los que será más difícil.

Habrá reformas de las instituciones internacionales, en particular de la OMC, para evitar que China siga utilizando sus normas para obtener ventajas por sectores subvencionados cerrados a la competencia, dumping, concertaciones sectoriales, subvenciones y ayudas financieras, transferencias forzadas de tecnologías, cierre de mercados nacionales y otros artificios utilizados para eludir sus normas y obtener ventajas comerciales
y tecnológicas.

 

¿Cómo triunfará el sistema democrático liberal de economía de mercado de nuevo frente a la tiranía de partido único con sistema de economía de mercado estatal? China es una potencia económica, tecnológica; incluso pretende extender un liderazgo moral de régimen de partido único, que niega las libertades democráticas, como modelo para el mundo, y ha convertido su modelo en un rival sistémico, una amenaza estratégica,
según los calificativos de la UE y EE UU.

Minusvalorar sus capacidades, su estrategia meditada y clara de búsqueda del liderazgo y debilitación del orden mundial actual para sustituirlo por su modelo está condenado al fracaso, como ha ocurrido en las últimas décadas, tras darle su apoyo y confianza.

 

Su crecimiento, que genera cada vez mayores problemas, continuará, aunque per-Análisis La gran marcha de la democracia liberal de economía de mercado Estará encabezada por Estados Unidos, la Unión Europea y sus aliados de Oriente, América y África siendo energía y fuerza, con más necesidad de propaganda y manipulación interna y mediática exterior, convirtiéndose en un gigante que puede llegar a ser una gran amenaza en términos de defensa y estrategia.

 

EE UU, la UE y sus aliados de Asia deben fortalecer su liderazgo tecnológico, económico, social, de libertades que producen un incremento del nivel de vida, disminución de las desigualdades y mayores oportunidades para las poblaciones de los regímenes democráticos de economía liberal de mercado.

La cuenca del Pacífico e Índico liderará el crecimiento económico mundial en las próximas décadas.

Aliados EE UU reforzará y restablecerá sus alianzas en Norteamérica, Iberoamérica, UE, Asia, Oceanía y África con diversos acuerdos económicos, de defensa, fortaleciendo los existentes y reforzándolos, ampliando su influencia, contrarrestando la de su rival.

 

Continuará clara la diferencia entre ciudadanos chinos del régimen que se autoproclama el único posible, dentro de la milenaria China. El PCCH ni es ni ha sido nunca homogéneo y debe convencerse de que es más interesante participar en la estrategia mundial de cooperación que en su enfrentamiento. Su líder y su círculo cercano de poder no durarán siempre, aun con continuas campañas de corrupción y, de paso, purgas de la disidencia dentro del partido; inevitablemente muchos disidentes y sus familias lo pagan muy caro, pero son cada vez más y no dejarán de serlo a medida que aumente el nivel de incoherencia y decrepitud controlada.

 

Los dirigentes debidos y sus ciudadanos chinos deben ser quienes, libremente, cuando puedan, elegirán el indudable e impresionante destino que le corresponde a su país, y debe ser su propio convencimiento y acciones de sus élites quienes dirijan y modulen sus deseos y transición.

Es muy improbable e incluso indeseable que colapse en sus diferencias geográficas, culturales, étnicas y culturales, hoy día mal tratadas por una especie de nacionalismo étnico que no se corresponde con su historia de convivencia, ni es conveniente. Las tensiones pueden ser inmensas de no ser que sus líderes proporcionen el camino a seguir, como muestra su historia.

En términos comerciales, económicos, estratégicos, de inteligencia y propaganda, información y desinformación, la gran malla de intereses de China no seguirá progresando al ritmo visto hasta ahora, porque la
desconfianza es la base de la animadversión.

 

Sus enfrentamientos comerciales, de seguridad, territoriales y estratégicos con Australia, India, Japón, las amenazas de una integración violenta de Taiwán, la situación de Hong Kong y otros que vendrán son consecuencia
de una política de demostración de fuerza y vuelta a las antiguas creencias de Estados vasallos o cuasi, improcedentes en el siglo XXI.

Del otro lado, EE UU es un país joven, vibrante desde el punto de vista tecnológico, científico, su capacidad artística, creativa, cultural, y otros muchos aspectos. Con una población joven y creciente, cualificada, que disfruta de la libertad económica y social que da sus réditos de forma continua, su sistema de defensa es incomparable, sus aliados están en todos los rincones de la Tierra y lo son de forma voluntaria, porque comparten valores. Lo convirtieron en el líder del siglo XX y lo seguirá siendo en un siglo XXI multipolar. Es un error común e inmenso pensar que EE UU es un país decadente, corrupto, sin capacidad de liderazgo, por más errores que cometa. No es así ni se prevé: aviso importante para la UE.

Europa La UE, con voz propia, debe reforzar sus alianzas dentro del movimiento de las naciones democráticas liberales, fortaleciendo su economía y su sociedad, aquejadas no ya de un declive relativo, sino de decadencia. Debe revertir el declive tecnológico, científico, económico y social con las debidas políticas y reformas estructurales, en particular en el sur de Europa, que lastra el avance de Centroeuropa, Países Bajos y nórdicos, que deben afrontar sus reformas.

Además, debe invertir en su independencia estratégica, de seguridad, inteligencia, económica y en la sociedad de la ciencia y la tecnología, disminuyendo las desigualdades y ofreciendo oportunidades reales de progreso a su población, que pasan por el incremento de su riqueza con las debidas políticas sociales.

 

Será una larga marcha, dura, con enfrentamientos dialécticos, económicos, de seguridad, estratégicos, de información. No hay que rechazarlos, pero no fomentarlos, definiendo las líneas rojas que si se traspasan conducen al enfrentamiento total. El sistema de democracia liberal y economía de mercado volverá a ser ganador, e incluirá
a quien con decisión propia se incorpore.