La inmensa necesidad de una transición tecnológica en China va a ser en el próximo futuro la clave para volver a alcanzar un incremento del valor añadido de la cadena internacional que compense sus pérdidas de competitividad y otras rigideces que muestra el gigante, de manera que pueda ayudar a incrementar su productividad real y no solo la aparente.
Para fortalecer este planteamiento, creo que cualquiera que se dedique a trabajar en los mercados internacionales desde el punto de vista económico sabe que estos factores antes mencionados y otros conllevan a un cambio de la relación real de intercambio, que hace necesario los incrementos de la productividad real mencionada, y que no son ni mucho menos sencillos de alcanzar, ya que no solo dependen de la tecnología, que ayuda, sino de la formación y capacitación de trabajadores y directivos, de la disponibilidad de redes eficientes de todos los tipos (que no siempre son así en todas las regiones de China, y menos en las interiores, que son las más competitivas en términos de costes laborales aún al día de hoy), y otros muchos factores, muchos de ellos difíciles de conseguir aún.
Para empezar, sería necesaria una reforma del Hukou (sistema de emigración censal de la propia China, que deja a muchos trabajadores y familiares en provincias donde emigraron a trabajar sin acceso a servicios sociales básicos hasta transcurridos unos años), que permita una mejor distribución de los trabajadores chinos sin los costes que los emigrantes han tenido que soportar, lo que conllevará un incremento en la demanda de servicios públicos en algunas regiones que ahora no soportan, ni así fue en las últimas décadas, ya que ahora lo que hacen es mantenerlos en la economía sumergida, con unas condiciones mucho más complicadas para la clase trabajadora
Esta situación conduce a que se tendrá que producir una reestructuración de las SOE (empresas públicas) en los grandes sectores industriales, que las han llevado a una sobreproducción en muchas áreas, generando condiciones comerciales adversas a nivel internacional y distorsionando la competencia en mercados internacionales, apoyándose en una sobreinversión (financiada a tipos no de mercado por el inmenso ahorro de los trabajadores para prevenir sus futuros complementos de pensiones, la educación de su hijo, la vivienda o los fondos necesarios para la atención médica, pese a las mejoras del sistema público de los últimos años).
El agotamiento del modelo de inversiones (financiadas por esos excedentes del ahorro poco retribuido de los trabajadores para su futuro) en infraestructuras que hace ya años muestra sistemas de desequilibrio, ineficiencia y mala asignación de los recursos económicos los ha llevado a una gran crisis financiera.
El excesivo endeudamiento en China no debe medirse solamente por el sector público en sí mismo, sino por el inmenso de las SOE, donde se concentra en buena medida, sin el debido control, pero también en el de las empresas privadas (como ahora se ve con Evergrande y otras muchas con un sobreendeudamiento exagerado y sin un control real; lo hemos visto muchas veces en nuestra propia economía). Pero donde más se concentra el endeudamiento es en el sector público, que además y sobre todo a nivel municipal dispone de todo tipo de instrumentos para ensombrecerse. Son famosas los LGFV, vehículos financieros de endeudamiento e inversión de las autoridades locales chinas que el Gobierno central, mediante los gobiernos provinciales y otras instituciones, lleva años intentando controlar, incluso mediante debt-equity swap, es decir, intercambios de la deuda emitida por dichas administraciones por deuda central con mejor clasificación crediticia y menores costes financieros e intereses, que desendeudara a dichas administraciones.
En términos corrientes se discute si el total de endeudamiento es del 310%, del 320% o mucho más respecto a su PIB, aunque no se dispone de fuentes del todo fiables, así que debemos ser pesimistas en los cálculos. El crecimiento a tasas de dos dígitos hace una década, del 6% reciente, o en sus propias previsiones muy optimistas del 4%, no se podrá volver a alcanzar si no es de forma virtual, simulada, como hemos sabido y las propias autoridades en muchas ocasiones han reconocido.
La externalización de los costes ambientales –sin control alguno en demasiadas ocasiones– como otro factor de competitividad, ya insostenible como muestran las medidas adoptadas por las propias autoridades, pero que no se comprometen con las medidas de reducción de emisiones de CO2 hasta 2050, a pesar de los evidentes efectos del cambio climático que todos padecemos –incluidos por supuesto y de forma directa los propios chinos–, pero que de integrarse conllevarían otro incremento de los costes.
Un envejecimiento acuciante de la población, que supone unos costes inmensos, no solo desde el punto de vista de las pensiones, sino también de los cuidados médicos, con un decrecimiento de la población que trae ventajas, sin duda, sobre todo en un país con la inmensa población de China, muy concentrada en las áreas que son más fáciles de poblar, valles de los grandes ríos y costas, mientras que otros muchos territorios inmensos no son lugares que puedan atraer grandes cantidades de población, bien sea el desierto de Gobi, las llanuras tibetanas, las selvas tropicales u otros lugares que además deben tener destino como reserva alimentaria, pese al incremento de la productividad agrícola en camino, pero también con grandes avances.
Son muchos y muy diversos los retos de la economía china que se han pasado por delante, y son como elefantes; llevo años diciéndolo, en contra de la mayoría de los que siempre veían la oportunidad de vender productos financieros u otros, o no interpretaban adecuadamente los signos evidentes que el modelo de crecimiento de la economía china de los últimos 40 años venía indudablemente mostrando.
El pueblo chino es un pueblo trabajador, sufrido como ninguno, son siglos recientes de penalidades, capaz en muchas ocasiones de inmensas proezas; no tengo duda de que en las próximas décadas encontrará su buen camino. Pero es muy importante no aspirar a aquello que solo el coro de repetidores reconocía, ya que no fue nunca necesario ser la primera economía mundial, habiendo llegado al nivel alcanzado, retando a quienes habían contribuido a alcanzar ese nivel. Se podrán presentar las cosas internamente como se quiera, eso permiten los regímenes que no se dotan de libertad; pero la propaganda, las realidades virtuales creadas en redes o con datos preparados no evitan nunca la realidad; el color del gato no importa siempre que cace ratones, es verdad, pero debe cazarlos y no solo parecer que los caza.