Por una reforma estructural del mercado de trabajo

Si consideramos el envejecimiento paulatino de la población activa en España, podemos observar que cada vez se incorporan menos nuevos trabajadores al mercado y se jubilan más, lo que se agudizará en el futuro, o, los que es lo mismo, se producirá una cadencia, que por sí sola hará disminuir la tendencia creciente del desempleo; ya que la tasa de actividad de la economía española, o sea, las personas mayores de 16 años en edad laboral que quieran trabajar, es muy baja en comparación a la de otros países de la UE. España tiene la mayor tasa de desempleo de la UE, que en realidad no ha disminuido prácticamente desde 2018 pese a la creación de empleos públicos, medida no por los registros del INEM, sino por la encuesta de población activa, EPA, lo que lleva a que las políticas del Ministerio de Trabajo en relación al desempleo sean completamente insatisfactorias. Otra decepción más, fruto de la demagogia que los datos, pese a la dificultad de obtenerlos, refutan.

 

Podríamos considerar que los sindicatos pueden estar cómodos, protegen a quienes representan, a quienes tienen trabajo, pero excluyendo en mayor medida del mercado laboral a quienes están en desempleo. Un Ministerio de trabajo en España debería estar por encima de sindicatos y representantes de las empresas, reformando las leyes laborales, negociando en lo posible, pero decidiendo en lo incomodo, pero necesario, todo se debe negociar, pero las decisiones que son necesarias, aunque no gusten, se deben adoptar porque son una decisión política parar el bienestar general, y no para unos o para otros.

 

Solo podemos calificar a las alturas de esta legislatura, de absolutamente

Insuficiente los resultados de que disponemos de las reformas del mercado de trabajo y de la seguridad social, que acompaña a las pensiones y su creciente e inmenso déficit. Una legislatura que llegando a su final muestra más ruido que realidad, en la que los resultados no acompañan las declaraciones, y además me temo irán empeorando a medida que transcurran los meses por la situación económica general. Es una profunda tristeza que a ninguno nos puede aliviar, que los más vulnerables, los desempleados, hayan empeorado su situación.

 

Me resulta obligatorio manifestar, que, como ciudadano, uno siente frustración; y no es ninguna buena noticia, sino más bien mala, y mucho; que no hagamos las reformas adecuadas, teniendo tasas de desempleo juvenil por encima del 27-28%, que haya CCAA con datos de desempleo por encima del 20%, y que la media general que ya casi no se publica, supere realmente el 13-14%. Es triste y mucho, los datos no nos permiten dar un visón optimista.

 

¿Qué ocurre en España?

 

Es notorio que el mercado de trabajo español tiene una regulación que protege en exceso a quienes tienen trabajo, no por un mercado de trabajo dinámico, de bajas tasas de desempleo, sino por un mercado rígido, demasiado intervenido, que no es acorde a la estructura económica del país, desincentivando la contratación, excluyendo del mercado a quienes necesitan encontrar un trabajo. Ojalá el balance fuera otro, y hubiera más oportunidades por razón de edad, condición, género, formación, localización geográfica, y demás factores.

 

¿Y si la tasa de paro fuera del 4%, el mercado dinámico y no tan proteccionista?

 

Un mercado de trabajo que realmente protege es el que tiene un tasa baja de desempleo, que da oportunidades y donde habiendo una regulación razonable, que no es excesiva para la estructura económica y social del país, permite un mercado dinámico, donde la principal oportunidad es que hay trabajo, y los trabajadores pueden cambiar de empleo, para mejorar; y en caso de perderlo, puedan encontrar otro rápidamente, y donde la protección no sea tan rígida que retraiga la contratación y mantenga una alta tasa de desempleo. No son reformas fáciles, no, pero si son imprescindibles y conocidas.

 

La situación en nuestro país se enquista, ya que el crecimiento de la deuda pública pese a una subida continua de impuestos y recaudación, que se ve superada por el mayor incremento del gasto, debido entre otros, porque tenemos un alto desempleo y una baja tasa de actividad que impide que muchas personas trabajen, coticen, paguen impuestos, pero, sobre todo, que tengan más oportunidades vitales.

 

Son reformas estructurales que hará bien la UE en exigir, pero con rigor, aunque da la impresión de cierta complacencia, o sea, de cumplir un trámite, aceptar cualquier reforma como válida, sin estudiar sus efectos transcurrido un periodo razonable o simplemente pedir reformas que ya se entiendan como necesarias, por incómodas que sean, que los gobiernos nacionales se ven incapaces de realizar.

 

No debe ser así, es una tarea desagradable, nunca son fáciles determinadas reformas, menos las que atañen al mercado de trabajo, pero es necesario realizarlas y en la función de supervisor de la comisión europea, la que en buena medida tiene para ir liberando fondos europeos, debe exigir a los gobiernos de España.

 

Y no que se aprueben leyes del mercado de trabajo, las que sean, sino que se hagan las que se deben hacer para que el desempleo se reduzca, aumente la tasa de actividad, mejoren las oportunidades, la empleabilidad de los trabajadores; se reduzcan los puestos de trabajo sin cubrir pese a una tasa de desempleo tan alta, y conseguir que el mercado de trabajo sea de oportunidades, y que mejore claramente.